jueves, 2 de abril de 2009

MUJER QUE ENSEÑA A MUJER


Un corazón de mujer es una cueva mágica y cálida, que muchos desean visitar. Hay de colores, intensidades y profundidades diferentes… pero “todos”, guardan siempre un secreto.
Qué sueña una mujer dentro de su cueva?
Sueña, eso es lo importante, sueña…
Deja que su mirada anhelante se llene de flores y que los sueños pasen a tomar forma, tal y como ellas lo imaginaron.
He conocido infinidad de mujeres, a las que me he detenido a mirar…, tratando de incorporar sus vidas a mi comprensión, para que adrede me tocaran esas vidas. Desde las más extrañas y alejadas a mi sentir o mi forma de vivir, hasta las que laten casi con mi propio corazón.
Cuándo y cómo se entrega un corazón?
Imagino que la Tere, de Jachal, sonreiría y me diría… “No creo que lo hayas entregado entero, una mujer siempre guarda una parte, para aquel otro corazón que se encontrará muy a gusto en tu mágica y cálida cueva”.
Es verdad, tal vez ni yo misma sepa dónde queda esa parte que no se entrega, ya que muchas mujeres aún no hemos visitado todos los cuartos de nuestro corazón… es como si ese sitio fuera una vieja casa con ambientes cerrados por alguna historia pasada, esos ambientes que nunca vuelven a abrirse, esos que quedan así como los dejaron…

Cuántas veces hemos visto películas en las que uno de esos cuartos cerrados bajo siete llaves, sólo vuelve a abrirse para provocar un giro rotundo en la historia.
Si salgo a caminar por mi corazón en este momento, me doy cuenta que es muy posible que encuentre más de un cuarto cerrado.

Haré la prueba …
Entro. Es bastante cálido y … luminoso.
Me gusta lo que veo y lo que siento.
Hay pasillos, veré cuál camino. No se ven oscuros, eso me agrada, parecen amplios y veo muchas puertas abiertas… en realidad no veo ninguna cerrada, … si, entornadas.
Intento abrir esas…
Por los pequeños espacios, la luz clara, como si se tratara de pequeñas nubes imperceptibles, se deja ver e invita a entrar. Porqué la habré cerrado entonces? Porque´ estoy volviendo a abrirla?
Lo más curioso es que no estoy buscando lo que allí se guardó, si no mirando en su interior como quien desconoce lo que encontrará, no me mueve la curiosidad de un reencuentro, si no qué me llevó a cerrar, a clausurar…
De cualquier manera, Tere, los cuartos son tantos que iré despacio, hay aire fresco que invita a caminarlos, un perfume alimonado de cedrón y quizás un toque dulce de canela.

- Cómo?
No, no hay rincones oscuros, ni olores acres, tal vez algo de polvo, como si hubiera hecho
limpieza y el lampazo hubiera dejado marcas. No me molestan. Síntoma de que estoy
viviendo. Señal de que hubo, hay y habrá un aprendizaje.

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