miércoles, 22 de julio de 2009

NIEVE EN MI CORAZÓN??







He comprobado que cuánto más frío se pone afuera, más cálido está adentro...
Tomen el afuera y el adentro como más les guste. A propósito de eso, y sintiendo mi fuego bien encendido he estado pensando en ...


ENFERMEDADES DEL “NO AMOR”


A veces construimos grandes proyectos en nombre del amor y al ver los ladrillos y el cemento con que construimos, sentimos la falta de solidez, lo inarmónico, y entonces nos damos cuenta que nuestra construcción corre serios riesgos de desmoronarse.
Generalmente no hay cimientos u otras fallas graves de construcción como lo son los celos, la posesividad, la obligatoriedad, o la mentira.
El amor bien entendido es como una casa de adobe; sólida, térmica, noble, natural y absolutamente saludable.
Han construido así ese amor?
Si la respuesta es NO, es preferible comenzar todo de nuevo, y si acaso ese “terreno” sobre el que construyeron no admitiera “derrumbes y nueva construcción”, esperemos a que amaine la tormenta o el temporal, que la tierra vuelva a ser mansa como nuestro corazón y comencemos a edificar, teniendo en cuenta cosas tales como: las puestas de sol para saber donde pondremos la silla o la hamaca, para recostarnos a verla; de donde sopla el viento sur o el viento norte, para que nos encuentre bien plantados sobre nuestros pies descalzos que a esta altura estarán en comunión con el alma y la semilla… y si llegara la primavera, cosa que sería preferible… mucho mejor!!
Construyamos!!!
No es una clase de ecología básica, o si. Cuánto más sólido, respirable y habitable será ese amor construido a base de buena tierra, de soles suficientes y lunas nuevas y llenas que lo oxigenen o lo recreen.
Si es necesario recordemos cuánto puede emprenderse desde esas simples cuatro cosas que nos dio el Universo: agua, fuego, tierra y aire.
Porqué nos empeñamos en autodestruirnos, cuando al sabernos “agua”, no fluimos como un arroyo hacia el mar; o siendo tierra, no esperamos ser sembrados para cosechar; o si el aire fueran nuestras alas, no soltarnos hasta las nubes mismas; y si acaso, fuéramos fuego, porque no crepitar hasta extinguirnos, recordando al Ave Fénix??
Esa misma “autodestrucción” la ejercemos con la persona amada, y así cuando construimos y proyectamos desde el “no amor” queremos que el fuego sea agua, y el aire, tierra, para que “haga juego” con nuestro bello proyecto totalmente insolvente y desprovisto de cualquier vestigio de armonía y de amor.
El amor es una casa de adobe construido en un tiempo calmo, sin apuros, donde una pared es “sustento” y no “división”, donde una ventana es “luz” y no “escape”, donde los cuadros serán las miradas, caricias, sonrisas y tal vez, un olor a sopa caliente y un trozo de pan recién salido del horno, sobre la mesa…


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